Siendo santera de la Virgen de Consolación, tuvo la ocasión de vengarse al reconcentrarse en dicha Ermita los soldados dispersos del Mariscal Soult, para ello obsequió con abundante vino a la tropa, a continuación rodeó toda la nave de la misma con gavillas, haces de paja y todo cuanto material fuera combustible. Hecho esto atranco la puerta y prendió fuego por distintos lados, lo que hizo que de inmediato se propagaran las llamas.
La Fraila, tranquila y serena, se acercó lentamente a los barriles de pólvora, que se encontraban situados debajo del altar mayor y les hizo explotar, ignorándose las víctimas que causó entre la tropa francesa, junto con su propia vida.
