Desconocemos el nombre y apellidos de esta heroína valdepeñera. Tan sólo sabemos que en 1808 era viuda de mediana edad y tenía un hijo llamado Juan Ramón. Ejerció junto a su marido durante bastantes años de santera en la ermita de Nuestra Señora de Consolación. Dejó la casa y el cuidado de la ermita a finales de mayo de 1808, tras el traslado de la imagen a la iglesia parroquial.
Siendo santera de la Virgen de Consolación, tuvo la ocasión de vengarse al reconcentrarse en dicha Ermita los soldados dispersos del Mariscal Soult, para ello obsequió con abundante vino a la tropa, a continuación rodeó toda la nave de la misma con gavillas, haces de paja y todo cuanto material fuera combustible. Hecho esto atranco la puerta y prendió fuego por distintos lados, lo que hizo que de inmediato se propagaran las llamas.
La Fraila, tranquila y serena, se acercó lentamente a los barriles de pólvora, que se encontraban situados debajo del altar mayor y les hizo explotar, ignorándose las víctimas que causó entre la tropa francesa, junto con su propia vida.
Siendo santera de la Virgen de Consolación, tuvo la ocasión de vengarse al reconcentrarse en dicha Ermita los soldados dispersos del Mariscal Soult, para ello obsequió con abundante vino a la tropa, a continuación rodeó toda la nave de la misma con gavillas, haces de paja y todo cuanto material fuera combustible. Hecho esto atranco la puerta y prendió fuego por distintos lados, lo que hizo que de inmediato se propagaran las llamas.
La Fraila, tranquila y serena, se acercó lentamente a los barriles de pólvora, que se encontraban situados debajo del altar mayor y les hizo explotar, ignorándose las víctimas que causó entre la tropa francesa, junto con su propia vida.